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Fan por Fan

sábado, 2 de junio de 2012

CAPÍTULO 8: Shock


El cabrón de cabeza bola, no solo no estaba muerto, si no que parecía estar más activo y agresivo que antes. El hecho de tener delante de él a dos nuevas presas, en principio mucho más indefensas que yo pareció estimularle sobremanera.
 De su boca chorreaba un gran reguero de sangre oscura que le bajaba por el cuello hasta derramarse por su vientre, supuse que debido al puntapié que le había propinado hacía apenas diez minutos durante mi escapada de los bajos del vehículo, aunque... ¿quién coño lo sabe?, le había pasado por encima con el coche ¡Joder! podía proceder de cualquier parte de su interior. En su cuello y hombros una gran franja negruzca dejaba constancia de la trayectoria que había dibujado mi neumático sobre él, pero estaba como si nada.
A pesar de que ella y el niño se habían alejado todo lo posible, El jodido energúmeno les alcanzó y sin perder un segundo, se abalanzó sobre ella. La agarró con las dos manos de su blusa a la altura del pecho, ella al recibir el impacto del enorme Alemán soltó bruscamente la mano del niño y salió despedida hacia atrás medio metro yendo a estamparse con un Peugeot gris oscuro que estaba aparcado detrás de ella, en el que se golpeó fuertemente la cabeza. La blusa y el sujetador se le habían rasgado y una parte considerable de tejidos quedaron colgando de las manos de mi infectado vecino, el cual los tiró con furia al suelo. La chica resbaló por la parte trasera del coche, después cayó de bruces en el suelo notablemente conmocionada y con sus dos pechos prácticamente al aire. Durante unos instantes que a mí me parecieron horas permaneció inmóvil.
Su hermano que ahora estaba solo ante el peligro y solamente un poco más atrás que su atacante rompió a llorar asustado. Los llantos hicieron reaccionar a la chica que ayudándose de sus manos se incorporó con dificultad, quedando medio sentada en el suelo.
 En ese momento cabeza bola que había girado sobre sí mismo atraído por los llantos del pequeño avanzó dos pasos en dirección al niño. El pequeño salió corriendo en mi dirección un par de metros, pero cabeza bola estiró sus dos brazos y bruscamente agarró al chiquillo por los tirantes de su mono y lo levantó en peso. Sin dar tiempo a nada lanzó su ensangrentada boca a la yugular del niño. El pequeño intentó defenderse valientemente golpeando con su mochilita al enorme mastodonte. Cuando los dientes penetraron en la tierna carne de la pobre criatura, un ahogado yanto inundó todos los rincones del garaje.
 Fue una de las peores experiencias que he vivido. El niño pataleó un poco, pero enseguida sus piernas quedaron estáticas y vi como su bolsa caía a cámara lenta sobre el liso suelo cuando sus dedos inertes soltaron el asa.
 Un enorme río de sangre manaba de su cuello en la zona donde los dientes de cabeza bola habían penetrado, el alemán que parecía haber entrado en éxtasis dio varios pasos con el niño fundido a él en un mortal abrazo y se alejó unos metros de la chica, después se dejó caer en el suelo sobre el pequeño. Lanzó varias dentelladas más, arrancándole sin duda la tráquea y tragándola de un bocado. Sé lo estaba comiendo. La hermana que aun aturdida lo había presenciado todo en silencio, claramente había entrado en estado de shock, ella estaba tan indefensa como el pequeño, al que acababan de arrebatarle la vida delante de mis ojos y yo no había podido hacer absolutamente nada por evitarlo.
-¿Qué cojones de virus hace que un hombre devore a un niño pequeño vivo? –
-¿Por qué sigue en pie después de haberle apaleado y pasado con mi coche por encima?-
-¿Por qué tiene ese aspecto tan repugnante?-
Las preguntas se agolpaban en mi cabeza y solo una respuesta de locura me venía a la mente, era incomprensible, pero era algo que yo ya había visto en las películas, ese hombre se comportaba como un zombi, un muerto viviente de verdad.
Estaba muy claro que aquello no podía deberse a un simple virus y eso solo podía querer decir una cosa, lo que estaba sucediendo en el mundo era mucho más grave que una gripe-A o una epidemia de cólera, esto podía ser el Armagedón y yo hasta hoy sin enterarme de nada ¡joder!
Me sentía el hombre más estúpido sobre la faz de la tierra, si lo hubiera sabido, si solo hubiera mirado las noticias una vez durante el fin de semana, le podría haber aplastado con mi rueda hasta hacerle picadillo y ese crío ahora estaría vivo. No había podido ayudarle a él, pero tenía que hacer algo por aquella chica, tenía que intentar rescatarla de ese mal nacido, se lo bebía.
La muchacha que miraba con ojos aterrorizados como el Alemán que le daba la espalda seguía devorando a su pequeño hermano, se puso en pie de manera insegura y se tapó instintivamente los pechos con las dos manos. En una de ellas aun sostenía las llaves del coche que tendría que haberles llevado hasta el punto seguro, un trayecto que quizá podían haber completado de no haberles interrumpido yo.
 En un principio pensé que se disponía a hacer alguna locura, como intentar atacar a cabeza bola, pero no fue así, la chica se alejó del dantesco espectáculo retrocediendo varios pasos hacia atrás en silencio, hasta que su espalda chocó con una columna. Una vez ahí se dejó deslizar por ella hasta quedar de nuevo sentada en el suelo con los brazos cruzados. En ese instante toda la tensión acumulada en tan corto lapso de tiempo estalló en su interior, comenzó a chillar de puro terror, hasta ese momento creo que no había sido consciente de la situación. No puedo hacerme a la idea de cómo debió sentirse en ese momento de pura impotencia.
Mi maldito vecino al escucharla giró la cabeza y depositó de nuevo toda su atención en la indefensa muchacha que seguía gritando.
Cuando vi que cabeza bola intentaba incorporarse le chillé a la chica -¡levántate! ¡Ven aquí! ¡Corree! Ella al escucharme enmudeció y me miró, pero no reaccionó, solo se quedó sentada e inmóvil envuelta en un tembloroso silencio.
Mi vecino ya de pie, comenzó a avanzar hacia ella…No sabía cómo hacerlo, pero tenía que llamar la atención de ese mal nacido de alguna manera. Apreté los puños y me lancé a la carrera sin ningún plan en mente de cómo lo haría para salir de esa. Le di un puñetazo a un interruptor de la luz cuando pasé junto a él y me detuve a apenas dos metros de cabeza bola, que ya estaba muy cerca de ella.
-¡He, cabronazo! ¿Te acuerdas de mí?- Le grité, mientras hacía aspavientos con los brazos intentando llamar su atención.
El enorme Alemán al escucharme se frenó en seco y se giró en mi dirección,- ¡genial!- pensé. Ya tenía lo que quería, ella estaba de momento fuera de peligro, ¿pero ahora que leches podía hacer yo contra ese mastodonte? Su boca aun masticaba un trozo de la carne del pequeño, el cual descansaba en una postura imposible sobre el suelo del garaje rodeado de un enorme charco de sangre.
Cabeza bola dio varios pasos en mi dirección con los brazos extendidos apuntando a mi cuello, yo retrocedí intentando mantenerme fuera del alcance del infanticida. Al cuarto paso el capullo terminó perdiendo los ensangrentados calzoncillos que segundos antes ya estaban en sus tobillos, quedando tirados en el suelo, el cabrón casi completamente desnudo me mostraba sus ensangrentados genitales, pero estaba claro que él ya no tenía ningún tipo de pudor por esas cosas. Me recordó a su mujer cuando paseaba sus turgentes senos en la piscina, ha él ya no le preocupaba el qué dirán, su atención solo se centraba en una cosa ¡comer! Era lo único que parecía motivarle, hincar el diente y me daba la impresión de que a mí me veía como al segundo plato del menú del día.
-¿Qué? ¿Quieres morderme? ¡Pedazo de bola de sebo!- Le dije mientras me quitaba la bufanda con la intención de usarla como improvisado látigo, mientras yo retrocedía, lancé varias veces la prenda a su cara para enfurecerle, si es que tenía ese sentimiento y para que siguiera buscándome a mí y no a ella, que permanecía en el suelo con la mirada perdida. Entonces algo se me pasó por la cabeza, era la única solución, mi coche a pocos metros estaba con el motor arrancado y yo me movía mucho más rápido que cabeza bola, la idea era simple, alejaría al Alemán hasta medio camino entre la chica y el coche y luego correría a toda prisa al todo terreno, metería la marcha atrás y envestiría a ese mal nacido a toda velocidad, abría apostado la vida a que ese plan no podía salir mal, pero justo cuando pensaba ponerme en marcha algo sucedió. Escuché a la chica hablar, pronunciaba un nombre, la situación se complicaba aún más y el tiempo del que yo disponía para el rescate se acortaba drásticamente.
- David, David ¡Nooo! ¡Tu nooo!-Gritaba entre sollozos mirando espantada en dirección a donde hacía un segundo estaba tirado el cuerpo de su pequeño hermano.
 -¡Joder! ¡El niño!- Exclamé atónito. No daba crédito a lo que veían mis ojos. El crío ya no estaba tumbado e inerte sobre el charco de sangre, se arrastraba torpemente e intentaba incorporarse mientras avanzaba en dirección a su hermana. Si aun podía tener alguna duda de lo que estar infectado significaba, justo en ese momento se disipó. Ese pequeño era ahora un zombi y sin duda su intención era atacar a la indefensa muchacha.



 En ese momento de desconcierto cabeza bola hizo un intento por atraparme, que por los pelos pude esquivar. Gracias a eso reaccioné. Tenía que poner mi plan en marcha ya o la chica estaba perdida. Lancé mi bufanda a la cara de mi vecino y salí corriendo todo lo rápido que me permitieron las piernas hasta llegar a mi coche y salté en el interior. Una vez dentro miré por el retrovisor para localizar a mi objetivo. Cabeza bola estaba a apenas veinte metros de mi coche. Sin duda era una distancia más que suficiente para coger velocidad y darle tal impacto que le jodiera de mala manera. Sin pensármelo dos veces pisé a fondo el acelerador y salí marcha a tras chirriando ruedas a toda mecha.

-¡A ver si de esta te levantas maldito hijo de mala madre!- mascullé entre dientes. Podía notar como la furia y el deseo de venganza ardían de nuevo en mí.

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