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Fan por Fan

sábado, 12 de mayo de 2012

CAPÍTULO 1: A quien le pueda interesar





Estoy acorralado ¡Joder!

 No creo que dure mucho más tiempo si no consigo salir de aquí.
 He cogido de la mochila que le quité a un soldado caído, un bolígrafo y esta libreta, donde quiero plasmar mis últimos momentos.
Ya que por lo que veo es irremediable que este jodido mundo se vaya a la mierda, al menos, si alguien encuentra estos apuntes en un futuro podrá tener constancia de cuáles fueron mis últimas y agotadoras horas sobre la tierra.
Mi nombre es Jaime Escudero y tengo treinta y tres años, es muy posible que ya no quede nadie vivo de mi familia, aparte de mí, al menos de la más cercana.
No sé nada de mis dos hermanos mayores, ni de mi hermana pequeña Estefanía desde ayer, ya no responden a las llamadas que les hago desde mi teléfono móvil, lo último que supe por boca de mi hermano Toni, es que estaban de camino a un “punto seguro” y después de eso nada, no he podido contactar más con ellos.
Ahora que desde esta privilegiada posición puedo ver en lo que se está convirtiendo mí amada ciudad, tengo que reconocer que me alegra que mis padres no estén aquí para presenciarlo.
 Hace tres años, debido a un accidente de tráfico, dejaron este mundo por la vía rápida, fue visto y no visto, no se dieron ni cuenta. Como si eso cambiara lo sucedido y tuviera que alegrarme, pensé, cuando el capitán de la guardia civil de tráfico me informaba de lo sucedido. Aunque ahora lo veo un poco diferente, fue rápido… Todo lo contrario de lo que a mí me espera de no poder largarme lejos de esta ciudad.
Al igual que en el accidente de mis padres, todo ha pasado muy deprisa, demasiado deprisa. Hace solo unas pocas semanas creía que el telediario estaba nuevamente con otra farsa como la de la gripe-A, otro saca dineros y engaña bobos y una semana después lucho minuto a minuto por salvar mi vida, ¿Cómo hemos llegado a esta situación?. Joder…
Hace días que la ciudad se empezó a volver un poco loca, no sabíamos exactamente qué pasaba, llegaban noticias confusas que hablaban de un virus que se contagiaba de una manera que aun no sabían concretar, aunque aseguraban  que todo estaba bajo control y que podíamos seguir con nuestras vidas cotidianas, aun así los informes decían que si veíamos a alguien con comportamiento errático, agresivo o herido… avisáramos a las autoridades y que bajo ningún concepto nos acercáramos a ellos, aunque fueran conocidos o familiares, pues por lo visto, ese virus les hacía altamente agresivos. ¿Pero qué cojones?
La gente aunque nerviosa, al principio seguía haciendo su vida normal. Los días pasaron y en las noticias los políticos seguían asegurando que todo estaba bajo control, pero claramente ya se apreciaban cambios que dejaban de manifiesto que las cosas no marchaban bien. Sirenas de policía, bomberos y ambulancias sonaban muchísimo más que de costumbre por todas partes y camiones cargados de militares armados, imagino que provenientes de nuestro cuartel de Rabasa, pasaban a toda velocidad y en todas direcciones, lo cual no es precisamente algo que transmita confianza…
En esos momentos, algunos pensaban que estábamos en guerra, pero que el gobierno lo estaba ocultando, un ataque químico, bacteriológico, quien sabe…
-¡Los Marroquíes!, seguro que son los moros los que están detrás de todo esto…- Escuché decir a un ignorante hombre de unos cincuenta años, regordete y bigotudo muy convencido, mientras se tomaba un coñac mañanero en la barra del bar en el que yo solía desayunar mientras miraba las noticias de tele5.
Estaba claro que en esos momentos nadie tenía ni puta idea de lo que se nos venía encima y menos el borrachín del mostacho, que seguro ni sabría situar Marruecos en el mapa.
Las noticias cada vez llegaban más fragmentadas y eran más contradictorias, lo cual no ayudaba más que a crear confusión y a que la gente sacara conclusiones de lo más dispares.


Pese a toda la contradicción que reinaba entre unos informativos y otros, todos coincidían en una cosa, en que el problema había surgido una semana y media atrás y que se había originado en Rusia, en un lugar llamado Kubinka, a sesenta y tres kilómetros de Moscú. El “virus” de ahí había saltado a varios puntos del planeta a una velocidad vertiginosa y sin ningún control aparente por parte de las autoridades competentes, que se veían desbordadas una vez la pandemia tocaba a sus puertas.


Todas las medidas que los diferentes gobiernos habían tomado no parecían tener ningún efecto en la propagación de la enfermedad y cada día se informaba de la aparición de nuevos brotes en diferentes puntos del planeta, aunque jamás se televisaron imágenes de dichos países donde se suponía que la plaga estaba azotando, precisamente eso era una de las cosas que más me hacían dudar de la verdadera gravedad que suponía el virus.

De momento, en Alicante no parecía que se hubiese dado ningún caso grave por aquellos días y si ya los había no se informó de ello a la población, pero a pesar de eso se habían limitado los viajes entre comunidades autónomas a la mínima expresión, incluso no se podían realizar trayectos entre poblaciones cercanas, pues a no ser que te dirigieras a tu vivienda habitual y pudieras demostrarlo, lo más probable es que algún control policial te obligara a regresar  por donde habías venido. Todo esto eran medidas de “cuarentena” con las que el gobierno intentaba controlar la propagación de la pandemia.

Todos los países adoptaban estrategias muy similares una vez aparecían los primeros casos, pero no parecían estar funcionándoles a ninguno de ellos.

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