Las piernas me flaquearon un momento, pero
enseguida reaccioné dando dos pasos hacia atrás mientras rápidamente metía la
mano en el bolsillo de mi pantalón. Buscaba la llave del todo terreno.
En ese
instante recordé lo que decían en las últimas noticias que había escuchado, "¡No
acercarse a ellos…!" -¡Pero coño! ¿Y si vienen ellos solitos? ¿Qué se hace?- Me
pregunté.
Tenía
que salir de ese parking y avisar a las autoridades, era lo que decían en la
tele. Giré sobre mí mismo y corrí hacia el coche aún con la mano metida en el
bolsillo, pero justo cuando estaba en la puerta del conductor y tenía la llave
en la mano la pesadilla se cernió sobre mí.
Todas las luces se apagaron, me quedé completamente bloqueado de
miedo, no me da vergüenza decirlo, si no hubiera entrado unos minutos antes al
aseo me abría meado encima sin lugar a dudas.
Yo permanecía
de pie entre mi coche y el de la plaza de al lado, no veía nada, escuchaba los
pasos renqueantes de cabeza bola cada vez más cerca. Me sentía acartonado por
el miedo, con lo que me costaba moverme. Podía sentir los acelerados latidos de
mi corazón bombeando en todas y cada una de las partes de mi cuerpo. Haciendo
un gran esfuerzo, puse la llave entre las dos manos y palpando con las yemas de
los dedos, busqué el botón de apertura de las puertas, pero debido a los
nervios y a lo sudadas que las tenía, la coordinación de mis dedos falló y se
me resbalaron cayendo al suelo.
-Estoy
completamente jodido- Pensé. No veía nada de nada, la llave podía estar en
cualquier parte, ¿Qué intentaría hacer
ese mastodonte sanguinolento si me cogía? Era algo que desconocía, pero que no tenía
intención de comprobar. Aparte de esto, no tenía ni puta idea de cómo se
contagiaba la enfermedad.
¡Dios! Estaba
delante de mí. Escuché su última pisada justo enfrente del capó de mi Rav4. Yo
retrocedí lentamente andando de espaldas, pasando la mano por encima de mi
coche para orientarme, pronto mi hombro chocó con la pared. Sabía que no tendría
manera de pasar por detrás de mi coche, porque siempre aparco muy pegado a la pared.
Así que di un paso a la izquierda y posé la mano sobre el maletero del Opel Astra
estacionado en el lado contiguo, solo para descubrir que mi vecino de
aparcamiento también compartía conmigo la manía de pegar su coche al ras del muro.
Si quería salir de ahí, tendría que hacerlo
por encima de uno de los dos vehículos, el problema es que haría mucho ruido y
ese cabrón sabría donde estaba yo exactamente, eso si no saltaba la alarma de
uno de ellos. Ahora mismo lo que menos necesitaba era que se encendieran las
luces de alguno de los dos turismos descubriéndole mi posición al enorme Alemán.
Qué curioso, ahora mi tan temida oscuridad era la única que podía ayudarme a
salir de esa.
Un
ruido procedente de la oscuridad, me heló la sangre, otra vez ese gemido, pero
esta vez tan cerca que tuve la sensación de que podía oler su aliento…
-¿Por
qué coño hace eso?- Pensé. Esa vez me pareció más furioso o ansioso que la
anterior. El sonido de varios golpes a apenas dos metros de mí retumbó en mis oídos,
aporreaba el capó de mi coche y se estaba acercando. No dudé un momento y
rápidamente me lancé por debajo de mi todo terreno. Nada más aterrizar en el
suelo, un dolor agudo en el costado me hizo ahogar un gemido de dolor, me había
clavado algo duro en el costillar, deslicé mi mano derecha por debajo del pecho
para ver qué era lo que me estaba hincando.- ¡Qué suerte!- Pensé, había
encontrado la llave de mi coche, Ahora tenía el modo de escapar, pero había un gran
problema, ese cabrón ya estaba entre los dos vehículos, justo a la altura de la
puerta del conductor. No podía entrar por ella y si abría los seguros con el
mando, para colarme en el todo terreno por la puerta del copiloto, debido al
cierre centralizado, dejaría abierta por unos instantes la contraria, brindándole
la oportunidad a mi gordo vecino de entrar
también conmigo al vehículo.
- Ni
loco voy a correr el riesgo de verme encerrado dentro de mi coche con ese
tarado, Tengo que hallar otra solución- Pensé, mientras intentaba hacer acopio
de valor. Tenía que hacer algo y rápido. Era posible que simplemente por estar
tan cerca del, ya pudiera estar en riesgo de infectarme, tenía que escapar a
toda prisa de esa ratonera…
Afiné
el oído para mantener localizado a mi perseguidor. Mi vecino seguía avanzando,
supongo que pensaba que yo estaría al fondo, pues siguió andando hasta llegar a
la pared, solo para darse cuenta de que yo no estaba ahí, se puso como un loco,
gemía y golpeaba ambos vehículos a ciegas, podía escuchar perfectamente los
impactos de su cuerpo contra los
cristales. Las alarmas de estos vehículos no eran tan sensibles como la del BMW
y por unos minutos que parecieron horas no saltaron, pero en el momento que
escuché romperse el cristal del Opel, la alarma se activó.
De
nuevo comenzaron a parpadear luces naranjas en el aparcamiento que me
permitieron ver miles de cristales rotos diseminados por el suelo, ya no estaba
protegido por la oscuridad. Pude ver a menos de medio metro los pies de mi
vecino dando pasos vacilantes con sus pies descalzos sobre los vidrios sin
inmutarse. Claramente estaba confuso, por lo visto debía de estar convencido de
que yo me encontraría ahí y mi desaparición al más puro estilo de David
Copperfield le desconcertó.
Dio
varias vueltas buscando algún rastro de mi con la mirada, pero a pesar de que
no podía verme de alguna manera pareció intuir donde podía encontrarme. Poco a
poco los dedos de sus pies fueron señalando en dirección a mi cara. Vi como sus
pies se flexionaban, hasta me pareció escuchar crujir sus rodillas, el cabrón
se estaba agachando y en pocos segundos lo tendría cara a cara y yo tumbado
bajo el coche no tenía posibilidad alguna de defensa.
Al ver que se me venía encima intenté
deslizarme y salir por el otro lado del vehículo pero enseguida noté que algo
no marchaba como yo quería, no podía moverme, mi gruesa chaqueta de cuero estaba
enganchada con algún saliente de los bajos del 4x4 y me impedía llegar hasta el
otro extremo, estaba atrapado.
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