De un salto me puse en pie, giré a la
izquierda y sin dilación corrí hasta una columna cercana en la que estaba uno
de los interruptores de la luz y lo pulsé, las luces se encendieron y fue como
si el arcángel san Gabriel bajara con todo el coro de ángeles celestiales en mi
ayuda. Sentí como el valor despertaba en mí. Rápidamente volví a los vehículos y
busqué a mi vecino con la mirada, el cabrón seguía con la cabeza metida bajo el
coche hasta los hombros.
Al
parecer el tipo no pensaba con claridad, quizá debido al golpe que le había
propinado, pues en vez de salir por donde se había metido, intentaba seguir mi
camino de huida por debajo del Toyota.
Tenía
su ridícula bata ladeada, lo que me dejaba una despejada vista panorámica de
sus nalgas, encima, sus calzoncillos, al intentar meterse debajo del coche, se
le habían bajado, dejando su orondo culo al aire, pude ver que su parte trasera
estaba igual de sanguinolenta que la delantera y que había dejado grandes
rastros de oscura sangre impregnando el suelo en las zonas donde se había
restregado en sus intentos por atraparme.
La
situación, en otras circunstancias podría haberme parecido incluso cómica, ahí
con el trasero al aire, intentando deslizarse bajo el coche, pero sentí
repulsión, todo en el me producía rechazo ya antes de infectarse, ahora
chorreante en sangre, con ese color de piel y mostrándome sus venosas nalgas,
me producía verdadero asco.
Noté correr
algo caliente por mi muñeca izquierda, al mirar vi como un hilo de sangre fluía
generosamente y ponía perdido mi pantalón, examiné la zona de mi antebrazo
buscando el origen de la hemorragia, pero no pude ver nada. Mi chaqueta
fabricada en recia piel de vaca, me había protegido del daño directo de los
dientes de ese cretino, aunque la fuerte y repetida presión de sus dientes sin
duda había producido lesiones en mi carne, tanto como para hacerme sangrar
abundantemente.
El
brazo me dolía a horrores, pero también las costillas, la llave que me había
clavado al lanzarme apresuradamente al suelo, me tenía que haber causado un severo
hematoma.
-¡La
llave!, gracias a dios…- Susurré, al abrir mi mano derecha y comprobar que aun
seguía ahí. En toda la refriega la había apretado tan fuertemente que se me había
marcado el símbolo de Toyota en la palma de la mano.
No he
sido jamás una persona agresiva, pero en aquellos momentos el miedo había
dejado paso a la ira y me vi cegado, el sentirme en una posición ventajosa frente
al ahora mi enemigo cabeza bola infló mi valor y por supuesto mi estupidez. Ya
no pensaba en infecciones ni virus, solo quería vengarme, ahora era yo quien
tenía la sartén por el mango y por impulso me lancé al ataque.
Todo sucedía como en una película en la que yo
era el héroe de acción buscando venganza. Penetré a toda prisa entre los dos
coches y sin dudarlo lancé una fuerte patada sobre las costillas de mi vecino que
aun pataleaba intentando reptar bajo el Toyota, un golpe que habría partido el
costillar a más de uno, si es que no fue así… después otra y otra.
-¡¿Qué?! ¡Hijo de la gran puta! ¡¿Quieres
más?!- Le grité mientras seguía golpeando su costado sin cesar.
Cuanto más
ostias le metía, mas asombrado me quedaba. Los impactos que yo pensaba que le
dejarían fuera de combate, no solo no parecían hacerle nada, también terminaron
confirmándome que no tenía nada que hacer contra ese tipo usando la fuerza
bruta y de que las cosas, al menos en esa ocasión, no sucederían como en las
películas. Mis golpes lejos de noquearle, solo consiguieron llamar su atención,
Ahora se esforzaba por reptar marcha atrás e intentaba salir por donde había
entrado. Sabía perfectamente que haría en cuanto quedara libre, regresar al
ataque.
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