PROMOCIONA TÚ SITIO GRATÍS!!!

Fan por Fan

sábado, 15 de diciembre de 2012

CAPÍTULO 15: Nubes

Una vez me quedé nuevamente solo, comencé a deambular de un lugar a otro por el interior de la plaza ensimismado en mis propios pensamientos y sin tener un rumbo fijo a el que encaminar mis pasos. Pasé varias veces por delante de las carpas de la cruz roja donde el personal sanitario seguía con su incansable tarea de cuidar a los heridos, di una vuelta al recinto observando detenidamente a toda la gente que había en las gradas, muchos ya intentaban conciliar el sueño, otros en cambio habían formado pequeños grupos y charlaban entre ellos de manera tranquila.
Poco a poco los minutos pasaron sin que yo me diera demasiada cuenta de ello, en un momento dado un numeroso grupo de soldados que caminaban en fila de a dos irrumpieron en el recinto y se dirigieron a la carpa de los militares. Una vez llegaron frente a ella se detuvieron y a la orden del que dirigía la marcha rompieron la fila y realizaron una formación de a cinco por diez, en total eran cincuenta hombres los que permanecían firmes frente a la carpa. Una vez hecho esto el hombre que había dado la orden entró en el habitáculo verde oliva y tras unos minutos en los que yo permanecí expectante regresó acompañado del coronel Martínez, el cual habló durante unos minutos con aquel individuo, después este saludó militarmente al coronel el cual le devolvió el saludo sin hacer mucha reverencia, seguidamente Martínez regresó al interior de la carpa.
El militar desconocido permaneció durante un rato estático, me dio la sensación de que estaba intentando asimilar algo sin mucho éxito, después zarandeó la cabeza como intentando despejar algunos oscuros pensamientos de ella y mandó a las tropas formar de nuevo en fila de a dos, a lo que los soldados obedecieron inmediatamente, una vez concluyeron el individuo ordenó media vuelta y de frente ¡ar!, y la fila se puso en marcha en dirección al exterior.
Vi salir a los jóvenes soldados mientras me preguntaba cuales serían las órdenes concretas que abrían recibido por parte de Martínez, aunque estaba casi seguro de que la conversación que minutos atrás yo había mantenido con los tres oficiales tenía algo que ver con todo aquello, se me pasó por la cabeza la idea de que debía de tratarse de los refuerzos de los que me había hablado el coronel, y la verdad es que el saber que cincuenta hombres más velarían por nuestra seguridad durante toda la noche me tranquilizaba un poco. Me sentí realmente bien por haber contribuido a que toda la gente que allí se refugiaba estuviera más segura, aunque fuera solamente durante algunas horas.
Regresé al lugar de la grada donde reposaba el saco de dormir, lo cogí y lo extendí sobre el frío hormigón y después me tumbé sobre él para poder descansar un poco. La ceja me había empezado a doler y un calor intenso me recorría toda la zona del ojo produciéndome una desagradable sensación. Intentando no pensar en ello me esforcé por centrar mi atención en los girones de nubes que pasaban surcando el cielo a baja altura sobre mí, se veían de un color anaranjado debido al reflejo de las luces de la ciudad y así, viéndolas pasar mis párpados comenzaron a hacerse pesados y poco a poco fui cerrando los ojos y dejándome arrastrar plácidamente al mundo onírico.
Una suave caricia en mi mejilla hecha por una delicada y fresca mano me hizo salir del sueño ligero en el que había entrado, con un poco de esfuerzo abrí los ojos y miré hacia el cielo en el que ya no veía nubes, sino el rostro de Alba que me miraba desde lo alto obsequiándome una preciosa sonrisa a la cual yo no pude evitar responder con otra a pesar de estar aun medio dormido.
-Hola Jaime… ¿Ya estabas durmiendo?- me preguntó Alba empleando un tono de voz tan melodioso que en mis oídos sonó como una dulce musiquilla.
Yo carraspeé un poco y tragué saliva preparándome para responderle mientras intentaba incorporarme pero no pude, Alba me sujetó del hombro y empujó sobre mí hasta hacerme tumbarme de nuevo, seguidamente me hizo un gesto gracioso con la mano para que me apartara y le dejara un sitio, Yo un poco desconcertado reculé hasta que mi espalda topó con el escalón de la fila superior de las gradas y una vez estuve de lado y habiendo dejado suficiente espacio para que Alba cupiera ella se tumbó a mi lado dándome la espalda. Su cuerpo hizo contacto con el mío en varios puntos en los cuales pude sentir el calor que ella irradiaba, una sensación muy masculina se apoderó de varios de mis sentidos y noté como los latidos de mi corazón se aceleraban súbitamente hasta tal punto que se me pasó por la cabeza que si ella afinaba un poco el oído podría llegar a escucharlos. Intenté inmediatamente apartar de mí esa sensación que en esas circunstancias se me hacía enormemente incómoda, así que carraspeé nuevamente y le respondí a su pregunta, un poco a destiempo y empleando un tono de voz muy chillona al principio que me costó modular hasta conseguir que sonara natural.
-Pues la verdad es que sí… Creo que mi cuerpo no podía más y se ha desconectado él solo. Quería esperarte despierto pero se me cerraron los ojos…-
Alba no dijo nada, solamente dejó escapar un sonidito con el que me pareció que quería expresar una afirmación. Supuse que debía de estar muy cansada, después de todo lo que había pasado aun había tenido fuerzas y ganas de ayudar en el puesto de comida, y seguramente que la noche anterior no abría pegado ojo, ella sí que debía de tener sus fuerzas al límite, la verdad es que en aquellos momentos mirándola recostada junto a mí, no pude sentir otra cosa que no fuera admiración por ella. Alba era fuerte, mucho más de lo que ella misma creía y estaba seguro de que tarde o temprano ella misma sería consciente de su propia fuerza interior.
Recordé que antes de tumbarme había visto una gruesa manta marrón justo en la grada que teníamos sobre nosotros, me incorporé un poco y estiré mi brazo hasta que estuvo a la altura de esta y palpé con la palma de mi mano la lisa superficie hasta que mis dedos dieron con ella, la agarré y tiré hasta que de repente  la pesada manta cayó sobre nuestros cuerpos, con sumo cuidado fui extendiéndola hasta que nos cubrió por completo y después me acurruqué junto a ella nuevamente y cerré los ojos intentando no pensar en nada y volver a dormirme.
Noté como Alba giraba bajo la manta y sus ojos se encontraron con los míos que aunque parecían cerrados dejaban una pequeña rendija por la que aun podía observarla.
-¿Y tú…?  ¿Cómo te encuentras?- Me preguntó pausadamente.
Yo titubeé un poco antes de abrir los ojos del todo, podía sentir el embriagador calor de la respiración de ella acariciando mi rostro y esa incómoda sensación que aun no había desaparecido por completo comenzó a hacerse nuevamente fuerte, se apoderaba por momentos de mi estómago haciendo cientos de nudos en mis tripas, así que abrí los ojos que rápidamente se vieron enfrentados a los suyos y hablé, hablé con la esperanza de que una conversación alejara de mí aquellas sensaciones tan inapropiadas.
-Estoy bien… Me duele un poco la ceja, pero bien… ¿Y tú…? ¿Cómo estás?- Le pregunté.
Ella no respondió enseguida, en vez de eso respiró profundamente por la nariz y después liberó el aire de sus pulmones por sus labios entre abiertos lo que produjo  un leve siseo. Una vez exhaló todo el aire contenido e inhalo nuevamente aire fresco respondió a mi pregunta.
-Bueno… la verdad es que estoy muy cansada y además no puedo dejar de pensar en mis padres y mi hermana…  también en mi hermano… No sé qué va a ser de mí…de nosotros…- Respondió ella.
Sus enormes ojos verdes comenzaron a volverse muy brillantes humedecidos por lágrimas, pero ninguna consiguió derramarse de ellos y rodar por sus mejillas, fue como si la cantidad de salado líquido a derramar comenzara a escasear y ya le fuera difícil generar más en ellos, entonces recordé mi conversación con el coronel Martínez, los inhibidores de frecuencia, el atasco, los aviones a Canarias, el extraño caminante, y todo regresó a mi mente como una explosión, el breve sueño había conseguido que me olvidara todo lo que había descubierto hacía  tan poco tiempo y entonces tuve la imperante necesidad de contárselo todo.
-Alba… Es muy posible que tus padres y tu hermana estén bien, al igual que mis hermanos, pero es imposible que podamos hablar con ellos o al menos a corto plazo.-
Los ojos de Alba se abrieron como platos y me pidió que le explicara por qué decía eso tan convencido, entonces durante un largo rato le relaté todo, mi conversación con Martínez, el por qué de no poder hablar con la gente que estuviera en Rabasa, incluso el atasco en la carretera y los mensajes de mis hermanos, solamente omití mi encuentro con el extraño ser, para no empañar las buenas noticias. Ella escucho toda la historia muy atenta hasta que yo concluí.
-¿Entonces…? ¿Nos llevarán a las islas Canarias también a nosotros? Me preguntó ella notablemente reconfortada.
-Pues la verdad eso no lo sé, nosotros mañana iremos al punto seguro del puerto, de ese lugar Martínez no me ha dicho nada, pero es muy posible que se nos evacúe también a alguna isla, quizá a Ibiza si es factible o quizá a la misma que a nuestras familias, pero lo realmente importante es que estaremos bien, verás cómo vamos a salir de esta, Alba.-
Ella no respondió, solo me dedicó una fugaz sonrisa, después noté como una de sus manos se deslizaba bajo la manta, sus dedos se posaron sobre mi hombro y después bajaron acariciando mi brazo hasta llegar a mi muñeca y milésimas de segundo después a mi mano donde se cerraron sobre ella, seguidamente tiró y la acercó a su pecho y una vez la tuvo ahí suspiró y cerró lentamente sus ojos.
-Eso espero… Jaime…Eso espero…- Respondió ella bajando el tono de su voz en cada sílaba hasta que la última de ellas se hizo casi inaudible.
Ahora descansa preciosa, pensé, y me acomodé junto a ella. Durante un buen rato permanecí observándola en silencio, mirando detenidamente los contornos de su rostro, los poros de su piel, el color rosado de sus labios y no pude encontrar nada en ella que no me pareciera hermoso, y así permanecí, deleitándome con sus preciosos rasgos hasta que la somnolencia reapareció y yo también me sumí nuevamente en un profundo y reparador sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario